Demian tiene 18 años y estaba esperando un remís junto a sus amigos cuando una patota los atacó. “Los vi acercarse y pensé que podía pasarme lo que le pasó a Fernando Báez Sosa”, dijo la víctima.
Un joven de 18 años estaba esperando un remís en la puerta de un boliche en la localidad bonaerense de Cañuelas cuando una patota apareció y comenzó a atacarlo a golpes. Lo desmayaron a trompadas y se burlaron de él: “Lo matamos, ya está muerto”, dijeron entre risas.
El violento episodio ocurrió durante la madrugada del domingo pasado. Demian y sus amigos habían ido desde Virrey del Pino hasta Alcuba, un local bailable de Cañuelas, y la brutal agresión quedó registrada por una cámara del lugar.
De acuerdo al relato de la víctima, los atacantes no se encontraban dentro del boliche, sino que pasaron por el lugar y comenzaron a agredirlos verbalmente sin motivo alguno. Luego les arrojaron objetos y finalmente los atacaron a golpes.
Demian cayó al piso y uno de los agresores le pegó una patada en la cabeza que le provocó la pérdida de conocimiento. Afortunadamente, a pesar de la salvaje golpiza, está fuera de peligro.
“Estábamos tranquilos esperando a que llegue el remís y de la nada empezaron a decir cosas, a buscar para pelear. Nos empezamos a alejar porque no queríamos pelear y ellos la seguían, nos siguieron una cuadra y ahí es donde nos alcanzaron”, detalló el joven en diálogo con TN.
Cuando Demian se desmayó, los agresores continuaron pegándole y entonces Lucía, su amiga, se tiró arriba de él para cubrirlo. “Me tiré arriba de la cabeza porque le querían seguir pegando, me decían que me corra porque me iban a romper los nudillos. Uno de campera me decía ‘está muerto’ y se burlaban”, contó la joven.
Finalmente, un hombre que circulaba a bordo de su auto se detuvo al ver la pelea e intervino para ayudar a las víctimas. Enseguida llevaron a Demian al hospital, pero allí se encontraron con una situación insólita: no lo quisieron atender. “Me dejaron a un costado hasta que estuve consciente y apenas pude caminar me soltaron. Dijeron que estaban cansados de atender a chicos que llegaban de pelearse borrachos”, explicó la víctima.
