En busca de un mejor futuro, una pareja de policías dejó Guernica y se hizo cargo del destacamento de la localidad de Altamirano, donde vivirán con sus hijos.
Cuando el Comisario Inspector Darío Rojas, jefe de la Policía Comunal de Brandsen, le propuso al Oficial Lucas Agudo que se hiciera cargo del Puesto de Vigilancia de Altamirano y que se vaya a vivir a esa localidad, él lo aceptó sin siquiera ver el lugar. La oportunidad era buena, porque serviría para cambiar la bulliciosa y, a veces complicada Guernica, por un pueblo en el que la familia que forma con su pareja, la Oficial Mariana Parra, podía encontrar mayor tranquilidad y un futuro mejor para los hijos de ambos.
Además, continuaría con el legado familiar, ya que su padre, el Teniente 1° Raúl Agudo, se encuentra al frente desde hace un tiempo del Puesto de Vigilancia de Oliden.
Sin embargo, cuando Rojas lo llevó a conocer la dependencia se arrepintió de haber dado un sí al ver el estado en el que se encontraba y hasta especuló en dar marcha atrás con su decisión: “Pensé en decirle que no iba, pero no sabía cómo. Al final con Mariana nos entusiasmamos en poder refaccionar y sacar adelante el lugar, y así lo hicimos”.
“Aceptamos porque pensamos en el futuro de los chicos y también por nosotros, porque Guernica es un lugar que se puso difícil. Tomamos una decisión en familia, por nuestros hijos”, contó Mariana, quien mientras charla trata de ponerse lo más cómoda posible en una silla. Está embarazada de siete meses de Ámbar y las contracciones ya son más frecuentes.
Lucas tenía miedo que a los chicos –su hijo Faustino de 5, y los hijos de ella, Candela de 9 y Gabriel de 12- se aburrieran en un pueblo, más que nada el más grande, pero se llevaron una grata sorpresa.
Mariana contó que “les encantó la idea de venir acá, están muy entusiasmados. Ya hicieron amigos y se adaptaron muy bien a la escuela, más que nada el grande (va a la secundaria de Jeppener y los más chicos a la primaria N° 4 de Altamirano). Acá están muy pendientes de los chicos, de lo que le falta a cada uno. Además, como todavía no tenemos WI-Fi se olvidan de la tecnología y no piden volver a la casa porque no la tienen: juegan a lo que se les ocurra, siempre buscan algo, salen a andar en bicicleta, van a la plaza y a veces ayudan a Lucas”.
Por ahora, van y vienen todos los días desde Guernica mientras ultiman los detalles de la dependencia, lugar en que también van a residir. Lucas trabaja a destajo para poner el lugar a punto: “Desde diciembre estoy con refacciones en revoques, cambio de cerámicos de los pisos, hicimos el baño a nuevo, renovamos la instalación eléctrica, pusimos termotanque y cambiamos puertas, entre otras cosas. Me ayudaron desde mi tío hasta amigos, entre ellos uno que tiene una empresa (Cores Construcciones)”.
Con experiencias policiales en lugares de mucho trabajo como San Vicente y Presidente Perón -se conocieron cuando trabajaban en el Comando de Patrullas del último distrito-, la pareja no cree que trabajar en un pueblo dé lugar para estar relajados. Lucas sostuvo que “si acá hay un problema, por más chico que sea, hay que resolverlo y darle una respuesta a la gente”.
“Lo que pasa es que nos gusta trabajar, estamos muy acostumbrados a eso. Elegimos ser policías para poder ayudar a las personas, para estar presentes y no lo vamos de dejar de hacer acá”, agregó Mariana.
Con respecto al recibimiento de los habitantes de Altamirano les sorprendió la cordialidad típica de este estilo de localidades: “cuando llegamos –comentó Mariana- todos los que pasaban nos saludaban y era algo que nos sorprendió porque allá no se saluda nadie, y menos a los policías”.
Lucas añadió que “la gente es muy buena, bien de pueblo. Muchos se quedan a conversar. Incluso, nos hicimos amigos de un matrimonio vecino que nos ayuda en todo lo que necesitamos, prestándonos herramientas, cualquier cosa”.
Él, por otro lado, valora todos los consejos que le da su padre, con quien habla casi todos los días por teléfono: “sin darme cuenta me convertí en colega de mi viejo. A mí me pareció una locura cuando se hizo cargo de Oliden, después de haber trabajado en varias comisarías del conurbano. Luego me di cuenta del porqué de su elección”.
También destacó el apoyo que les da el Oficial Principal Aníbal Núñez, a cargo del Destacamento de Jeppener, que continuamente está en contacto con ellos, al igual que Rojas, que llama o manda mensajes para ver cómo va todo y preguntarles sobre lo que necesitan. Tampoco se olvidó de las gestiones realizadas por el secretario de Protección Ciudadana de la Comuna, Marcelo Castillo, y de la ayuda que se brindó desde la Municipalidad de Brandsen.
Los tiempos de las refacciones se terminan, pero Lucas aclaró que continuara mejorando el puesto de vigilancia. Su idea, en los tiempos libres, es pintar el lugar y construir una habitación más para poder recibir con mayor comodidad a las personas que se acerquen por cualquier inquietud.
El cambio es brusco, sin ninguna duda, pero la pareja se animó, como muchos lo hicieron durante la pandemia, y la elección parece darles la razón. Se nota en sus caras, en las de sus hijos, que se sienten libres dejando la bicicleta en la vereda, que salen a jugar tranquilamente afuera, cuestiones que deberían ser naturales pero que, lamentablemente, en muchos lugares se perdieron.
